viernes, 27 de julio de 2018

Ankara

Seis trece del atardecer. Estoy en el callejón que siempre venimos al salir de clases, tiene un nombre para mi imposible de pronunciar, pasa una mujer pequeña hablando con un hombre alto del avión en el mar mediterráneo. Tengo una amiga de Ankara y no contesta desde ayer por la noche, todas las posibilidades que vienen a mi cabeza son funestas. Siempre platicábamos después de clases en el mismo canal,  qué era el terrorismo en Turquía y yo le contaba de la inseguridad de México. Parecía no sorprenderle nada. Fumaba y después miraba el agua transparente del canal hasta que decía: el ultimo cigarro y me aviento al agua, segundos después reía, yo también reí para acompañarla. Se levantó sosteniéndose del pasto...
Desde ahora voy a practicar la paz y la tolerancia, entonces, yo abrazo una causa lejana y abstracta si eso es lo que le da paz; aun que no sirva de nada.

Dublín, 2016.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

  Muchas veces es más seguro estar encadenado que ser libre.