Que se fueran al diablo. Decididamente me iba. Que lo tomaran como quisieran. Que pensaran lo que creyeran oportuno de mi silencio y de mi ida. Cuando la vida interior de un sujeto no armoniza con la externa, con la que está rodeado, no hay nada que hacer. Callar y marcharse. Esa es la gran sabiduría.
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