jueves, 27 de octubre de 2022

Cuéntame quién eres; pero grítalo tan fuerte que me revienten los tímpanos y nunca lo sepa.Destroza el recuerdo imborrable que dejas en mí para que nunca muera esta curiosidad inmensa que siento por tus fantasmas. Dámelo todo vacíate conmigo; luego vete, huye lejos. Quítame la esperanza, la ilusión, cada puta cosa que me hace un poco más humano. Si no lo haré yo. Mátalos a todos y mátame a mí. Pero mantenme con los ojos abiertos para dejarme ver cómo lo haces, para dejarme ver cómo se mueven tus manos cuando juegan con la muerte, el amor y mi piel.

Al final. 
Déjame. 
O déjame verte.
Para ver como no eres.

Déjame verte vivir.
O déjame para olvidar que vives.
silvia grav,

Matías Gali

De niño fui muy tímido. A lo mejor tú eres igual, hijo.

sábado, 22 de enero de 2022

Quise llegar adonde

 Ninguno de ellos sabe. Ninguno sabe en realidad. Voy corriendo, ya van cinco kilómetros, y me salen las carcajadas de repente, no las puedo controlar. Me quejo, reniego, exijo y hasta me victimizo: no me importan; son valiosos, pero ninguno de ellos sabe. Todo queda en mis manos porque yo soy el único que conoce la historia: ¿triste? Para nada: tan sólo es un acto solitario. La mayoría de los placeres elaborados que obtengo, los consigo en soledad. Si hay algún otro individuo a mi alrededor, el placer sólo se trunca, no se enaltece ni mejora su forma. La compañía representa un fracaso, si se trata de la búsqueda de un placer intelectual. Aunque, bueno, hay que darles su reconocimiento -a los chiquitos; las hormigas, los niños que nunca van a madurar: han sido útiles como modelos para armar. Con tenerlos ahí parados, con verlos esforzarse tanto nomás por sobrevivir, cuando les sobran maneras para vivir. Ahí sentados, esperando lo que no va a llegar y ya tendrían que estar buscando. Se les reconoce su destello; esa diferencia tan esencial que hace que, los de acá, los elijamos. Pero nunca van a cambiar; ninguno de ellos despertará un día de ese trance; ese adormecimiento voluntario. Ninguno de ellos alcanza o huye; no corren. Ninguno entiende, por más que pose un esfuerzo; un anhelo, galletas con leche y cierra la puerta al salir. Ninguno de ellos sabe. 

  Muchas veces es más seguro estar encadenado que ser libre.